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Noviembre y diciembre son meses de grandes oportunidades de venta. Los regalos de Navidad para la familia, los obsequios empresariales de fin de año, los presentes para esos seres queridos que alcanzan ciertos logros, como el haber completado sus estudios universitarios o haber pasado de curso en el colegio, por ejemplo.

También ocurre que muchísimas personas desean “cerrar” el año y para ello buscan tomar decisiones que no definieron en meses anteriores: la compra de un vehículo, la elección del destino para las vacaciones, el cambio de plan de salud, la contratación de un seguro para el hogar, etc. etc.

Y además, la sucesión de eventos y acontecimientos para despedir eso que pronto termina: reuniones familiares, cena de fin de año de la empresa, brindis con clientes y proveedores, fiesta de egresados del colegio secundario, juntadas con amigos, y no faltan los que eligen estas fechas para su casamiento.

 

Oportunidades de venta por todos lados y para todo tipo de productos y servicios:

  • Juguetes para los niños,
  • Ropa para los eventos,
  • Comida y bebida para las reuniones,
  • Alquiler de salones,
  • Reservas en restaurantes,
  • Seguros y alarmas para la vivienda que queda sola durante las vacaciones,
  • Reparaciones y cambio de neumáticos para los próximos viajes en auto,
  • Etc. etc. etc…

 

Los vendedores podemos estar felices porque se aproximan estas fechas, pero en cambio, muchas veces nos encontramos cansados, estresados y debilitados a causa del trajín de los meses anteriores y del vértigo propio de noviembre y diciembre. Y esto es un problema, porque para vender necesitamos transmitir alegría, buena energía y mucho entusiasmo.

 

Entonces, parte de nuestro trabajo como vendedores consiste también en saber cambiar el chip y recargar las pilas.

 

Pero… ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo ver oportunidades y posibilidades cuando tengo mis propios problemas, y a estos se les suman los clientes nerviosos, apurados y que muchas veces me maltratan a mí, que soy el vendedor que los está atendiendo?

Es como si estuvieses atrapado en una espiral descendente de histeria colectiva y malas vibras, ¿verdad?

Ok, nadie dijo que va a ser fácil, pero sí te decimos que es bastante simple de resolver.

 

Cambiar la forma de ver las cosas es simple. De verdad. Es difícil, claro, pero sólo se requiere de eso: de cambiar la forma de ver las cosas.

En los próximos días vamos a mostrarte cómo.

 

 

Foto de portada: Imagen de mdjaff en Freepik

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